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La transición a las energías renovables constituye una continuidad del colonialismo energético, es lo que ponen de manifiesto el despliegue de energías renovables en 4 continentes: en el Istmo de Tehuantepec (Oaxaca, México); en el territorio del pueblo Sami (Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia); en los territorios Ocupados del Sahara Occidental (República Árabe Saharaui Democrática); en los territorios de España.
Existen seis dimensiones que caracterizan el colonialismo energético:
1. La dimensión geográfica del colonialismo (dentro de un país y a nivel internacional);
2. La dimensión económico-financiera respecto a la centralización y las desigualdades en producción, distribución, y consumo energético;
3. La dimensión del poder y la toma de decisiones alejada de la participación ciudadana;
4. La dimensión del acaparamiento y el despojo;
5. La dimensión de los impactos territoriales y sobre los bienes comunes;
6. La dimensión de las resistencias y los conflictos sociales.